Ir al contenido principal

Actividades de los chicos. Bibliotecas y más

Hola chicos. Gracias por estar tan pendientes de nosotros. Un abrazo especial a Jan y a Like Sugar.

Sólo fuimos a dar una vuelta por ahí, ya estamo de regreso. Hemos tenido muchas actividades esta semana. Rosario y Rodrigo son ahora socios de la biblioteca Luis Angel Arango, tenemos cuentas infantiles. Podemos sacar libros de la sección de niños por toda una semana. ¿Nos quieren acompañar a leer?



¿Se acuerdan de la fiesta de Rosario? Hemos regresado a la biblioteca Rafael Pombo. Nos encanta. Pasamos hoooooooras allá. Para los que no la conozcan, esta es una biblioteca infantil en recuerdo del poeta Colombiano del mismo nombre. Es una instalación diseñada para niños y hay actividades y talleres todo el tiempo, uno se puede sentar a leer, hay una cantidad de niños hablando siempre... una delicia. Nos encanta. Patricia, en la biblioteca, es una persona encantadora.



Otra biblio a la que fuimos esta semana fue a la Virgilio Barco. Entramos a un taller de muñequitos de Palma divino. Tooooodos hicimos figuritas. Hasta papá, que estaba apático en un rincón leyendo terminó haciendo varios muñequitos. Tomamos fotos.



Recomendaciones: Buscar el libro "Mis primeras 80.000 palabras" en la Virgilio Barco y "El diccionario del Diablo" en la Rafael Pombo. Son los favoritos de papá.



En estos días hemos conocido nuevos parques. Hoy fuimos a uno en donde no habían juegos para niños, pero había unos troncos altísimos. Rosario es una MARAVILLOSA ESCALADORA. Papá, mamá y Rodrigo la acompañamos e hizo todo el recorrido por sí misma. INCREIBLE. Les debo las fotos. También se subió a las rampas de skate. Mamá casi le da un paro de la impresión.

Una mujer grandiosa.

Gracias de nuevo por todo el cariño.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

LA RIQUEZA ESCONDIDA por William Ospina

Hace unos cuatro años tuve la oportunidad de visitar la India. Ya de regreso, alguien me preguntó si no me había impresionado mucho la pobreza, y no pude recordar si había visto pobres en la India. Por supuesto, vi innumerables personas que carecen de muchas cosas, pero me pareció que no había pobreza en los términos en que nosotros la conocemos aquí. Hay mendigos, hay incluso personas que pertenecen a la casta de los intocables, que son discriminados por los demás y sólo pueden ejercer los oficios más humildes. Pero por el curioso orden mental que allá impera, no hay nadie que esté despojado de un lugar en el cosmos, todo el mundo tiene una explicación filosófica y trascendental sobre su situación, y entiende o cree entender el puesto que el ha tocado en el universo. Tal vez por eso pocos se rebelan contra su situación. Al cabo de un determinado número de reencarnaciones tendrán aquello de lo que ahora carecen, o mejor aún, acaso logren escapar a la rueda de las transmigraciones e in

Que horror!!!!!!!!!!!!!

Tomado de El Espectador sábado, 09 de junio de 2007 En la enfermería del Colegio Nueva Granada de Bogotá, uno de los más prestantes de la ciudad, se repite la misma escena: una fila de alumnos de bachillerato aguarda con un recipiente de plástico en la mano, en el que antes han escupido, a que la enfermera deslice una tirilla de papel. Si la tirilla permanece blanca, los estudiantes suspiran y regresan tranquilos a su salón de clase. En cambio, si la tirilla se torna azul, el alumno debe someterse a un segundo examen, esta vez de orina, para descartar o confirmar definitivamente si ha consumido alcohol o cualquier otra sustancia psicoactiva. Se trata de las polémicas pruebas antidopaje que en los últimos años saltaron de las competencias atléticas a los cuerpos de policía, a las empresas y ahora irrumpen en los salones de clase. En países como Estados Unidos, México o Inglaterra esta práctica ha provocado agitadas discusiones entre quienes defienden su efectividad para poner freno

Ya nadie visita la tumba de Louis Althusser por Pablo Pineau

(Creo que es un poco vanidoso considerarme amiga de Pablo, pero en fin.... mi amigo Pablo me lo dejó publicar en el blog) La cita estaba acordada hacia poco más de un año. Esa vez, como la charla con quien sería mi guía había derivado a su formación en la Ecole Normale Superieure, le pregunté por Althusser. Comenzó con un: ”Fue un gran maestro de mi generación, pero ya nadie lo recuerda”. Hasta ahí, todo era esperable; pero su remate con un “Como yo soy campesina y me gusta visitar a mis muertos, cada tanto le llevo flores” nos ubicó en otro registro. Me habló entonces de un cementerio de suburbio y de una lápida casi sin datos. Le propuse acompañarla, y aceptó generosa y gentilmente. Quedamos en ir juntos la próxima vez que yo volviera por allí, lo que sucedió este febrero. Camino al encuentro, traté de acordarme cuándo había tenido referencias de Althusser por primera vez. El ejercicio me llevó a un hospital en Bolivia, en un viaje iniciático de mis dieciocho años, durante la primave