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Sobre quienes por convicción no usan dinero

Conocí a Mariapaz en mis primeros pinitos como madre desescolarizadora. Rodrigo no había nacido, y Rosario aún no estaba tan amenazada por la anormalidad de no ser institucionalizada...Por internet, al pedir auxilio sobre algún desescolarizador en Bogotá, apareció de repente con un vida excepcionalmente extraña.

(Paréntesis: una de las cosas más bonitas de desescolarizar es que me ha dado la oportunidad de conocer gente muy distinta a mi, muy valiente, muy fuerte y muy convencida, sean religiosos, anarquistas, autogestionarios, indígenas...en fin...)

Mariapaz es toda una homeschooler. Pertenece a una comunidad cristiana en la cual pudo escolarizar en el hogar a su hija, y hoy, a sus nietos. Con ella, en su casa, viven más de 30 personas, entre niños y adultos, que conforman una gigantesca familia.

Los chic@s que allí viven, sin querer dejar de lado a los adultos, son especiales: dulcísimos, conscientes, muy educados, muy protectores de mis propios hijos.

Sé que siento una suerte envidia, admiro que alguien tenga tan clara la convicción sobre una cosa. Yo misma me siento un poco distante de la fe cristiana, aunque creo en Jesucristo como ser histórico, como el Che Guevara (ambos convertidos luego en íconos vacíos). Pero siempre que voy a esa casa siento cosas...no espirituales, no; muy "prácticas".

Algunas sensaciones bonitas son la existencia de compañia, ruido, gente, actividad; eso se relaciona mucho con mi personalidad...La resistencia que se ejerce en un hogar de 30 que no utiliza dinero, no lo produce (en el sentido en que nosotros los pendejos que le trabajamos a este sistema lo producimos)...ellos oran, esperan y disfrutan cuando llega. Y si no llega, pues asi debía ser. No les falta nada. Y digo NADA, hay portátiles, equipos, casas, comida, gasolina, un carro. En fin. Pero el dinero no circula igual, porque no importa. Importa todo lo demás...

Me causo impresión un avisito con los pasos para lavar el baño, cuando entré a cambiar a Rodri, el jueves pasado. Paso NO. 1: ORA.

Parecen de mentiras pero son intensamente reales. CApaces de hacer trastabillar hasta al más escéptico. Yo los quiero enormemente puesto qeu no tienen por qué ser bonitos con nosotros, los hemos mirado como bichos raros desde la primera vez, y cada vez que vamos nos sorprendemos más.

A mi, de hecho, varias veces ya, me llama la casa, me dan ganas de ir a verlos, por verlos.

A veces me confundo y creo que mis hijos tendrán, bajo su influencia, un contacto con ciertas cosas que yo cuestiono profundamente. Pero como les dije a ellos (a Mariapaz y su esposo Sam, almorzando en mi casa alguna vez), lo que me gusta MUCHISIMO es que mis hijos sepan que sea cual sea el parámetro de normalidad, de estandarización, que establece una sociedad, siempre habrá gente haciendo exitosamente cosas diferentes, por más difícil que sea, por pasión y convicción; ellos dirían por fe (en este caso, estoy muy de acuerdo). Ese es el valor de Mariapaz y su familia, uno de tantos.

Confieso que me asustan pero me inquietan. A veces me parecen tan libres, viajan, comen, ríen, juegan. A veces tan atados, ¿están o no en una burbuja? Lo que importa, creo es que puedan hacer lo que su conciencia les dicta, hasta las últimas consecuencias.

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