Ir al contenido principal

Soy muy rara: nostalgias de Bogotá

Prefiero la verdad a la mentira. Prefiero herir de frente que matar por la espalda. Prefiero ser intensa que indiferente. Prefiero comprometerme a fondo en lo que haga. Prefiero darle chance a la vida de demostrar su grandeza. Prefiero no hacerme la tonta ante la desgracia. Prefiero asumir costos hasta las últimas consecuencias, prefiero la dignidad que la retirada. Prefiero no sentir lástima por nadie.

Soy dura. Odio la incoherencia y la incompetencia. Odio a los que se dan por vencidos sin intentarlo.

Más dura conmigo misma que con nadie. Por eso tengo el cuero curtido y la meta un poco mejor trazada…que ayer.

Prefiero ser libre del pensamiento. Me queda un poco grande la palabra libertaria. Pero en las noches me sueño con la bella acracia, y mi comunidad, tan olvidada, tan distante.

Me duele el mundo y creo que todavía puedo, no tengo que, cambiarlo.

Sé que ni la juventud, ni la belleza están en el cuerpo. Me desconcierta todo lo que por el cuerpo pasa. Me aturden las opciones capitales; para elegir, prefiero elegir la vida que la lasaña.

Duermo desnuda, sueño despierta, odio que tengan quejas de mi, y tantos las tienen, que no comprendo, no me adapto, no me gusta.

Soy masculino y femenina, por fortuna ya no quepo en estas faldas.

Comentarios

Anónimo dijo…
que viva Bogota!!!joseajd@yahoo.com

Entradas más populares de este blog

Carta a Nancy (y a tod@s los que dudan si escolarizar o no)

Hola Nancy, No te conozco sino a través de la confianza de Angélica, así que voy a escribirte como si te conociera.  Nuestra familia se desescolarizó años antes de que naciera nuestra primera hija, Rosario. Es más, una de las razones por las que me consideré "compatible" con el padre de mis hijos para crear un experimento de pareja, fue la sospecha y el desasosiego que nos producía la escolarización.  Pero...una cosa es cómo te imaginas la cotidianidad desescolarizada, y otra un poco distinta como es (todo en la vida es así no?). De todas maneras era muy claro, por muchas razones, que no queríamos darle a nuestrs hijos ni la educación elitista y blanca que no podíamos (ni queríamos) pagar de los colegios considerados "excelentes" (yo misma me gradué de uno de esos); ni la educación de obrero raso que nos ofrecía la educación pública. (Nota al margen a propósito de esto. Si esta diferencia es notoria en Bogotá, no se imaginan Cartagena. La educación pública aquí es .

Que horror!!!!!!!!!!!!!

Tomado de El Espectador sábado, 09 de junio de 2007 En la enfermería del Colegio Nueva Granada de Bogotá, uno de los más prestantes de la ciudad, se repite la misma escena: una fila de alumnos de bachillerato aguarda con un recipiente de plástico en la mano, en el que antes han escupido, a que la enfermera deslice una tirilla de papel. Si la tirilla permanece blanca, los estudiantes suspiran y regresan tranquilos a su salón de clase. En cambio, si la tirilla se torna azul, el alumno debe someterse a un segundo examen, esta vez de orina, para descartar o confirmar definitivamente si ha consumido alcohol o cualquier otra sustancia psicoactiva. Se trata de las polémicas pruebas antidopaje que en los últimos años saltaron de las competencias atléticas a los cuerpos de policía, a las empresas y ahora irrumpen en los salones de clase. En países como Estados Unidos, México o Inglaterra esta práctica ha provocado agitadas discusiones entre quienes defienden su efectividad para poner freno

Ya nadie visita la tumba de Louis Althusser por Pablo Pineau

(Creo que es un poco vanidoso considerarme amiga de Pablo, pero en fin.... mi amigo Pablo me lo dejó publicar en el blog) La cita estaba acordada hacia poco más de un año. Esa vez, como la charla con quien sería mi guía había derivado a su formación en la Ecole Normale Superieure, le pregunté por Althusser. Comenzó con un: ”Fue un gran maestro de mi generación, pero ya nadie lo recuerda”. Hasta ahí, todo era esperable; pero su remate con un “Como yo soy campesina y me gusta visitar a mis muertos, cada tanto le llevo flores” nos ubicó en otro registro. Me habló entonces de un cementerio de suburbio y de una lápida casi sin datos. Le propuse acompañarla, y aceptó generosa y gentilmente. Quedamos en ir juntos la próxima vez que yo volviera por allí, lo que sucedió este febrero. Camino al encuentro, traté de acordarme cuándo había tenido referencias de Althusser por primera vez. El ejercicio me llevó a un hospital en Bolivia, en un viaje iniciático de mis dieciocho años, durante la primave