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viejito pero vigente...

esque no habia tenido tiempo ni interne para publicar esto.....

pero ahi va

Nuestro viaje

Estamos ansiosos por llegar. Mucho. La espera es larga. Llevamos 120 días en el Caribe, y han pasado cosas. Nos han pasado cosas.

El cuerpo nos cambió, Rosario está más alta, más morena, más erguida, más flexible. Rodrigo aprendió a controlar sus esfínteres, se volvió más crespo, más negro, más rítmico. Yo tengo la cara más afilada, el color de la piel muy distinto.

Hemos peleado más. Rodrigo y Rosario han ido entendiendo los límites del otro. Y son expertos en aprovecharlo para bien o para mal. Realmente me exasperan sus peleas, pero más aún las actitudes que con ellas se hacen evidentes: el mal genio histérico de Rodrigo, la manipulación de Rosario. Específicamente me molesta la indolencia de Rodrigo, y que Rosario se alegra de que a él le salgan las cosas mal. Me molesta mucho mi descontrol. A veces realmente me sacan de quicio…y me enfurezco.

Nos hemos acercado. Nos queremos mucho, de un modo muy intenso. Nos hemos consolado mutuamente, nos hemos comprendido, nos hemos acompañado. Hemos llorado juntos, y nos hemos totiado de la risa. Rodri a veces ríe hasta las lágrimas. Creo que particularmente cosas como el “abuelo volador” (un dibujo que nos parece chistosísimo en un libro de geografía que nos prestaron-Yuli- que se llama Colombia, mi abuelo y yo y y que coincidencialmente ilustró Carlos Riaño) o los sustos y los mordiscos, nos hacen reir sin parar. A veces Rosario me parece tan grande, tan capaz de entender y aprehender toda la dimensión de la existencia. A veces sus reclamos son tan legítimos, los míos tan insólitos. Rodrigo ha cobrado un nivel de conversación sorprendente. Hasta el punto de decir “mamá, ecúchame” cuando no le pongo atención de inmediato en medio de la conversación con otro adulto.

Mis hijos son impactantes. No lo digo a costa de ningún otro niño, lo digo por lo atónita que me siento cada vez que salen con un concepto más complejo, con una idea más completa.

Rosario no quiere estar de aquí para allá. Rodrigo se entusiasma con Bogotá y con Cartagena. Papá está allá. Yo quisiera estar aquí….

Hoy nos despedimos de la casita pintada en la Periférica, La Matuna, de las Bibliotecas y del Castillo de San Felipe. Mañana nos despediremos del mar y del Centro, del baile y la brisa. Estamos contentos de volver, se nos nota. Pero Cartagena nos quedará en la piel. Y las despedidas siempre tienen su tinte de añoranza y amargura.

Comentarios

Anónimo dijo…
hola ana maria espero ke tu rodry,rosario y toda tu familia se encuentren bien, he pensado en llamarte pero pienso ke debes estar disfrutando 100 por 100to de tu familia y amigos solo queria saludarte y y desearte mucha felicidad en compañia de todos tus amigos y familiares ahh por cierto que rico que esten leyendo el libro saludes y muchos besos a rochi, rodry y para ti tambien cuidense mucho chaito
Anónimo dijo…
Ana María, hace tiempo no pasaba por acá. Te felicito por el curso que han tomado sus vidas. Leí muchas de las entradas y me parece muy tenaz lo que haces con tus hijos. Y muy enriquecedor para todos ustedes.

Con mi esposa tenemos un blog que quiero recomendarte. Pasa por allí y dále una mirada.

Saludos y mucha suerte.

Leonardo

www.padreshispanos.com

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