Ir al contenido principal

Cita de papás

JA!

Estos días han sido increíbles... hemos estado en tantas cosas que nos resulta muy difícil escribirlas todas. Pero quiero compartirles una cita que papá y mamá tuvieron esta noche. Tuvimos que llevar un camión de un extremo de la ciudad al otro. Nuestro amigo, Ulises K, nos prestó vehículo de carga. La misión: llevarlo a la casa de la tía Marta y regresar.

A mi, claro, me dió mucho susto llevarlo. Nunca he conducido camiones. Y por la falta de práctica no recordaba como manejar caja mecánica. Pero había que hacerlo... asi que Anita llamó a Operaciones (como en Matrix) y le pasaron las instrucciones para manejar este equipo.




Eramos una conductora y su copiloto a toooda velocidad por la 30 (50 km/h max) a la media noche, con el carro a todo taco, con música de cualquier especie... mal sintonizada en un radio de perilla (hace rato que no había visto u operado ninguno) y en una cita de lo más inusual y romántica.

Al final de la jornada pasamos por donde una señora que vende perros calientes sobre la 45 arriba de la 15... DELICIOSOS. Recomendados. Papá se comió un perro caliente de lo más vulgar y exagerado. Anita, mucho más decente, uno regular.

Una cita deliciosa...

Comentarios

Anónimo dijo…
Me he topado con este blog, bastante interesante, (por cierto) la aventura mágica de ser padres y sobre todo el darles la libertad para ser niños, felicidades a los padres que hicieron posible el blog, saludos desde Monterrey, México.

Erika F.
Gracias Erika!! Espero que nos sigas leyendo. Un abrazo desde Bogotá

Entradas más populares de este blog

Carta a Nancy (y a tod@s los que dudan si escolarizar o no)

Hola Nancy, No te conozco sino a través de la confianza de Angélica, así que voy a escribirte como si te conociera.  Nuestra familia se desescolarizó años antes de que naciera nuestra primera hija, Rosario. Es más, una de las razones por las que me consideré "compatible" con el padre de mis hijos para crear un experimento de pareja, fue la sospecha y el desasosiego que nos producía la escolarización.  Pero...una cosa es cómo te imaginas la cotidianidad desescolarizada, y otra un poco distinta como es (todo en la vida es así no?). De todas maneras era muy claro, por muchas razones, que no queríamos darle a nuestrs hijos ni la educación elitista y blanca que no podíamos (ni queríamos) pagar de los colegios considerados "excelentes" (yo misma me gradué de uno de esos); ni la educación de obrero raso que nos ofrecía la educación pública. (Nota al margen a propósito de esto. Si esta diferencia es notoria en Bogotá, no se imaginan Cartagena. La educación pública aquí es ....

Que horror!!!!!!!!!!!!!

Tomado de El Espectador sábado, 09 de junio de 2007 En la enfermería del Colegio Nueva Granada de Bogotá, uno de los más prestantes de la ciudad, se repite la misma escena: una fila de alumnos de bachillerato aguarda con un recipiente de plástico en la mano, en el que antes han escupido, a que la enfermera deslice una tirilla de papel. Si la tirilla permanece blanca, los estudiantes suspiran y regresan tranquilos a su salón de clase. En cambio, si la tirilla se torna azul, el alumno debe someterse a un segundo examen, esta vez de orina, para descartar o confirmar definitivamente si ha consumido alcohol o cualquier otra sustancia psicoactiva. Se trata de las polémicas pruebas antidopaje que en los últimos años saltaron de las competencias atléticas a los cuerpos de policía, a las empresas y ahora irrumpen en los salones de clase. En países como Estados Unidos, México o Inglaterra esta práctica ha provocado agitadas discusiones entre quienes defienden su efectividad para poner freno...

Ya nadie visita la tumba de Louis Althusser por Pablo Pineau

(Creo que es un poco vanidoso considerarme amiga de Pablo, pero en fin.... mi amigo Pablo me lo dejó publicar en el blog) La cita estaba acordada hacia poco más de un año. Esa vez, como la charla con quien sería mi guía había derivado a su formación en la Ecole Normale Superieure, le pregunté por Althusser. Comenzó con un: ”Fue un gran maestro de mi generación, pero ya nadie lo recuerda”. Hasta ahí, todo era esperable; pero su remate con un “Como yo soy campesina y me gusta visitar a mis muertos, cada tanto le llevo flores” nos ubicó en otro registro. Me habló entonces de un cementerio de suburbio y de una lápida casi sin datos. Le propuse acompañarla, y aceptó generosa y gentilmente. Quedamos en ir juntos la próxima vez que yo volviera por allí, lo que sucedió este febrero. Camino al encuentro, traté de acordarme cuándo había tenido referencias de Althusser por primera vez. El ejercicio me llevó a un hospital en Bolivia, en un viaje iniciático de mis dieciocho años, durante la primave...