Estimada Rosario,
Trato de transmitirte algo que yo sé mejor desde que tuve entre mi panza pero que hasta ahora comienzo a entender: el cuerpo todo lo puede si el espíritu lo controla. La fuerza del espíritu humano no tiene límites. Te voy a contar la historia de Hotteline Lozana. Es una mujer negra, haitiana. Se quedó debajo de los escombros 7 días sin comer ni beber nada. Pero estaba segura de que iba sobrevivir. Cantaba y rezaba en voz alta. Si no lo hubiera hecho, no la hubiera oído el señor que la descubrió y que trajo a los rescatistas. Es cierto, tuvo suerte. Cayó en un espacio suficiente con aire para respirar. Pero también tuvo fuerza en su espíritu. Tenacidad de caracter. Sufría y tenía miedo, estoy segura. Pero mantuvo su entereza, esperó, y controló su cuerpo. Es cuerpo hambriento y frágil también espero, la sostuvo, preservó la vida.
Hotteline, sobre todo, creyó.
No es tan importante en qué crees como que creas fuertemente en algo. Puede ser en tí. Puede ser un Dios que te acompañe y te aliente, que no hará nunca tu trabajo (ese te toca a tí). Puede ser en la humanidad. Puede ser en la fuerza del universo, en la contingencia, en la razón. En un poco de cada una.
Solo recuerda que creas lo que creas, tu cuerpo está a tu servicio y te obedecerá, aún en condiciones adversas. Tu cuerpo es tu herramienta, tu puente con el mundo. Si tu espíritu está al mando, todo saldrá bien; si el cuerpo está al mando, el espíritu perderá fortaleza.
Te amo, hijita. No pude pensar sino en que serás una Hotteline... el mundo podrá destruirse en torno tuyo, caer, desdoblarse, e intentar aplastarte, y tú lo resistirás cantando, sana y salva.
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Un abrazo