Tomado de El Espectador sábado, 09 de junio de 2007 En la enfermería del Colegio Nueva Granada de Bogotá, uno de los más prestantes de la ciudad, se repite la misma escena: una fila de alumnos de bachillerato aguarda con un recipiente de plástico en la mano, en el que antes han escupido, a que la enfermera deslice una tirilla de papel. Si la tirilla permanece blanca, los estudiantes suspiran y regresan tranquilos a su salón de clase. En cambio, si la tirilla se torna azul, el alumno debe someterse a un segundo examen, esta vez de orina, para descartar o confirmar definitivamente si ha consumido alcohol o cualquier otra sustancia psicoactiva. Se trata de las polémicas pruebas antidopaje que en los últimos años saltaron de las competencias atléticas a los cuerpos de policía, a las empresas y ahora irrumpen en los salones de clase. En países como Estados Unidos, México o Inglaterra esta práctica ha provocado agitadas discusiones entre quienes defienden su efectividad para poner freno...
Comentarios
Con Rodrigo, conversa bien que es lo que lo enoja tanto. Alguna vez tuvimos el cojin de la rabia, para pegarle a este en vez de a los que amamos. Si la rabie era mucha, ellos agarraban su cojin, se iban a su pieza y descargaban su furia en él. Fue un objeto trasncisional hasta que aprendieron otras formas de manejar los enojos. Es bueno despejarles que esta bien tener pena o sentir rabia, sin embargo, es importante hacernos cargo de nuestras reacciones: enojo/pegar; pena/lloriqueo.
Y salio como sermón cuando yo no tengo respuestas, son solo ideas al aire :)
Beso!