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26 de julio

Hoy quedará oficialmente en la historia de mi vida que este día pasó.

Amanecí tan temprano como siempre y salté de mi cama como solía. Me senté e hice algo que tenía pendiente. Muy rápido, como solía. Luego tomé agua fría porque tenía mucha sed y me duché. Y estuve lista 10 minutos antes de bajar a casa de Iván, como solía. Esperé a que estuviéramos listos, me monté en un taxi y entré al edificio de Matrix que queda en Castillogrande en la 10 con 5a.

Entré en lycra y camiseta y salí con abrigo de charol negro, brillante sabiendo kung fu y Jujitsu. Pero aún no sabiendo esquivar balas. Para eso me falta mucho.

He vomitado todo el día. Qué, no se, porque no he comido nada. Y he llorado mientras no vomito. Es como una necesidad de sacar todo lo anterior de mi así, violentamente. Llegué a casa pero el mareo y el vértigo no me dejan casi ni pensar. Vi KArate Kid con Rosario dos veces, parando a besarla y a Rodri como quinientas veces...eso es lo importante, el amor, el honor, saber por qué todo...poder. Los tocaba con mis manos como si nunca lo hubiera hecho. Estábamos apilados los tres viendo la peli pero no era viendo la peli, era apilados...no se como se explicará eso.

Luego hubo un mini tornado en mi ventana. Y Martha gritó y corrimos a verlo. Aterrador, pequeño, frágil y destructivo y como vino se fue. Bellísimo.

Y las nubes a mi alrededor me recuerdan que como siempre el clima me refleja o yo reflejo al clima (recuerden la cobra de Karate Kid). Definitivamente soy una mujer muy extraña y me pasan cosas extrañas, y creo qeu el universo es uno y que aquí estamos todos en un manojito como mis dos hijitos pequeños y yo...y que me importan todos, quiero que estemos bien todos lejos cerca vivos muertos en el pasado el presente y el futuro...

alisten el manicomio, que ahora sí una de dos...o voy volando en una casa de Kentucky hacia el país de Oz, o me acabo de caer por un hueco persiguiendo un conejo blanco.

Con permiso, tengo que ir a vomitar y llorar, pero lo tenía que escribir.

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