En Cartagena, por cada 10 pandilleros hay 1000 jóvenes organizados en torno a temas no criminales solo que no lo saben. No lo saben ellos, no lo sabemos nosotros, no lo sabe la administración pública. Ellos y ellas, que poco entienden de política y poco les importa, andan en sus bonches y boros, despreocupados, haciendo alguna actividad como jugar fútbol, o bailar, o simplemente "vacilar". Nosotros y nosotras, integrantes de sus comunidades, preocupados como lo estamos siempre por la seguridad de nuestras familias y nuestras cosas, preferimos entender y percibir a los bonches de esquina, como lugares potencialmente peligrosos. Nos preocupa que la juventud es especialemnte vulnerable ante problemas sociales como la drogradicción, preferimos cerrar los aprques para cuidarlos, y nos abstenemos de pensar sobre las actitudes y las razones por las cuales los jóvenes actúan como actúan. La administración está tratando de entender cómo abordar el tema de le juventud. Pero sus referentes juveniles están alejados de la verdad popular sobre la vida de las chicas y los chicos. En la política pública aparece un joven acartonado ya acomodado, con pocas responsabilidades y muchas rebeldías. En ejercicio, los que mejor conocen a los jóvenes son los policías quienes, paradójicamente, son quienes han logrado interpretar mejor sus intereses. En Cartagena es la policía comunitaria la que ha creado una verdadera estrategia de atención.
Hola Nancy, No te conozco sino a través de la confianza de Angélica, así que voy a escribirte como si te conociera. Nuestra familia se desescolarizó años antes de que naciera nuestra primera hija, Rosario. Es más, una de las razones por las que me consideré "compatible" con el padre de mis hijos para crear un experimento de pareja, fue la sospecha y el desasosiego que nos producía la escolarización. Pero...una cosa es cómo te imaginas la cotidianidad desescolarizada, y otra un poco distinta como es (todo en la vida es así no?). De todas maneras era muy claro, por muchas razones, que no queríamos darle a nuestrs hijos ni la educación elitista y blanca que no podíamos (ni queríamos) pagar de los colegios considerados "excelentes" (yo misma me gradué de uno de esos); ni la educación de obrero raso que nos ofrecía la educación pública. (Nota al margen a propósito de esto. Si esta diferencia es notoria en Bogotá, no se imaginan Cartagena. La educación pública aquí es ....
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