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Pensando en voz alta

En Cartagena, por cada 10 pandilleros hay 1000 jóvenes organizados en torno a temas no criminales solo que no lo saben. No lo saben ellos, no lo sabemos nosotros, no lo sabe la administración pública. Ellos y ellas, que poco entienden de política y poco les importa, andan en sus bonches y boros, despreocupados, haciendo alguna actividad como jugar fútbol, o bailar, o simplemente "vacilar". Nosotros y nosotras, integrantes de sus comunidades, preocupados como lo estamos siempre por la seguridad de nuestras familias y nuestras cosas, preferimos entender y percibir a los bonches de esquina, como lugares potencialmente peligrosos. Nos preocupa que la juventud es especialemnte vulnerable ante problemas sociales como la drogradicción, preferimos cerrar los aprques para cuidarlos, y nos abstenemos de pensar sobre las actitudes y las razones por las cuales los jóvenes actúan como actúan. La administración está tratando de entender cómo abordar el tema de le juventud. Pero sus referentes juveniles están alejados de la verdad popular sobre la vida de las chicas y los chicos. En la política pública aparece un joven acartonado ya acomodado, con pocas responsabilidades y muchas rebeldías. En ejercicio, los que mejor conocen a los jóvenes son los policías quienes, paradójicamente, son quienes han logrado interpretar mejor sus intereses. En Cartagena es la policía comunitaria la que ha creado una verdadera estrategia de atención.

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