Este fin de semana nos salió super bonito. El sábado nos quedamos en casa, viendo pelis, jugando y haciendo poco. Por fin terminé mi escritorio y organizamos los materiales de l@s chic@s en una zapatera que usábamos en la casa anterior. Quedó super bonito! Y dan ganas de salir a pintar! Uno de estos días me iré a la muralla con los pollos a pintar la bahía. Como quede.
En fin...el sábado vimos a Pipo y Elsa (mis tíos abuelos) que pasaron por Cartgena y nos invitaron a pasar el día. Fue lo máximo. Aunque llovió y no pudimos ir a la piscina como queríamos, tuvimos una larga conversación sobre mi vida, sobre quiénes somos los que los que migramos hacia CGN y sobre cómo las familias extensas se conocen pero no se conocen. Se ven un par de veces al año, pero no saben lo que pasa. Se sorprendió de saberme. De sabernos. De entender muchos por qués que se había preguntado en silencio sin haberlos explicitado nunca. Nos tomó 35 años de dolor y silencio. Pero valió la pena. Muchísimo. Lloramos, nos abrazamos, nos dimos cuenta que nos queríamos y nos importábamos muchísimo más de lo que nuestras acciones mutuas demostraban.
Fue un reencuentro familiar de una familia que nunca se supo perdida. Lastimosamente los quiebres de información, en este caso tienen responsables. Hay una parte abiertamente mal intencionada, exagerada, cruel y negativa. Históricamente conocida como disociadora e hipócrita. Pero además hay una parte que tomó la verdad de esa parte como verdad absoluta, aún sabiendo de sus características. No se preocupó nunca de indagar, de saber por sí misma y con sus propios ojos lo que estaba sucediendo. Y en ese letargo perezoso de buscar, de saber en esa especie de amnesia autoinmune, causaron mucho dolor con el silencio cómplice. Por último estoy yo que aunque tengo personalidad de locomotora para unas cosas...para otras soy una vil hueva. Nunca me di a concer lo suficiente para que quienes escucharon lo malo tuvieran un criterio. Al contrario, con mi actitud rebelde, mi pelo, y mis acciones (union libre, hijos desescolarizados, etc) lo que hice fue constatar una serie de prejuicios sobre mi que aunque desconocía, pude haber podido sospechar.
Me alegré mucho que fueran solo 35 años. Suena extraño. Pero es cierto. Pudieron haber muerto creyéndome una harpía loca. Pudieron haber excluído y mantenido a mis hijos apartados como alguna vez me pasó a mi, e imagino a mi mamá...
Pudo haberse repetido la historia. Pero no lo hizo. El amor fue más fuerte.
En fin...el sábado vimos a Pipo y Elsa (mis tíos abuelos) que pasaron por Cartgena y nos invitaron a pasar el día. Fue lo máximo. Aunque llovió y no pudimos ir a la piscina como queríamos, tuvimos una larga conversación sobre mi vida, sobre quiénes somos los que los que migramos hacia CGN y sobre cómo las familias extensas se conocen pero no se conocen. Se ven un par de veces al año, pero no saben lo que pasa. Se sorprendió de saberme. De sabernos. De entender muchos por qués que se había preguntado en silencio sin haberlos explicitado nunca. Nos tomó 35 años de dolor y silencio. Pero valió la pena. Muchísimo. Lloramos, nos abrazamos, nos dimos cuenta que nos queríamos y nos importábamos muchísimo más de lo que nuestras acciones mutuas demostraban.
Fue un reencuentro familiar de una familia que nunca se supo perdida. Lastimosamente los quiebres de información, en este caso tienen responsables. Hay una parte abiertamente mal intencionada, exagerada, cruel y negativa. Históricamente conocida como disociadora e hipócrita. Pero además hay una parte que tomó la verdad de esa parte como verdad absoluta, aún sabiendo de sus características. No se preocupó nunca de indagar, de saber por sí misma y con sus propios ojos lo que estaba sucediendo. Y en ese letargo perezoso de buscar, de saber en esa especie de amnesia autoinmune, causaron mucho dolor con el silencio cómplice. Por último estoy yo que aunque tengo personalidad de locomotora para unas cosas...para otras soy una vil hueva. Nunca me di a concer lo suficiente para que quienes escucharon lo malo tuvieran un criterio. Al contrario, con mi actitud rebelde, mi pelo, y mis acciones (union libre, hijos desescolarizados, etc) lo que hice fue constatar una serie de prejuicios sobre mi que aunque desconocía, pude haber podido sospechar.
Me alegré mucho que fueran solo 35 años. Suena extraño. Pero es cierto. Pudieron haber muerto creyéndome una harpía loca. Pudieron haber excluído y mantenido a mis hijos apartados como alguna vez me pasó a mi, e imagino a mi mamá...
Pudo haberse repetido la historia. Pero no lo hizo. El amor fue más fuerte.
Comentarios
Hago el intento en mi familia pequeña para construir un tipo de relaciones más honestas y sanas, positivas y constructivas.