Ir al contenido principal

Convicciones

Ahora tengo la cabeza un poco más clara. Caminé dos horas esta mañana y tomé una clase de Yoga; hacer ejercicio me aclara las ideas, porque no pienso en nada durante un buen rato.

Ninguna de mis convicciones se ha modificado. Odio el colegio, odio que se le haga creer a niños tan valientes, capaces y bellos como los míos (y los de todos) que para aprender hay que estar encerrado siendo "cuidado" por un grupo de desconocidos "aptos" de acuerdo con una política pública de un país en el que si nada más funciona, por qué habría de funcionar bien la regulación y supervisión educativa.

No estoy de acuerdo en institucionalizar casi nada. Es un paso burocrático, innecesario y cómplice de un sistema que margina a unos y los pone de rodillas al servicio de otros por simples desequilibrios de competencia. Mi problema no es solo la escuela, en verdad, es la iglesia, el matrimonio, la Universidad, la Empresa. Cada una comporta un tipo de tiranía al que nos adaptamos como borregos sin darnos cuenta.

Afortundamente ese no es el caso. Nosotros somos poco borregos, así la ovejita de transición les enseñe a ser borreguitos. Tanto Rosario como Rodrigo, por más chiquito que sea, saben que existen otras formas de hacer las cosas, saben que lo que ahí se les dice está sujeto a ser cuestionado a ser puesto en entredicho, como lo estoy yo, ahora a través de esta circunstancia que los puso en un lugar donde creí que por decisión mía nunca iban a ir. Pero como la vida no es predecible, es bonito que me ponga en mi lugar de vez en cuando y me muestre que los caminos para crecer son tan impredecibles como lo que pasará mañana.

Afortunadamente mis hijos ya a los 5 y 8 años tienen la mirada crítica, ya fueron educados a través de los ojos de las preguntas, de los debates, de las cuestiones. No de los dogmas. El único era la desescolarización y ese también ha caído. Lo cual ahora que lo veo con claridad, no puede hacernos sino más fuertes. A ellos porque les da un escenario de acción en el que si se sienten bien pueden quedarse para ponerlo en tensión como ya lo han hecho con tan solo 7 días adentro; y si se sienten mal pueden salirse y sabrán que afuera se aprende más, mejor y de manera más placentera. Lo han vivido. Tenemos alternativa, no solo correr de colegio en colegio buscando respuestas. Lo hemos vivido, y cuando pase el tiempo quisiera poder decir como lo voy diciendo con mi vida, "lo he vivido todo". Para poder decir "confieso que he vivido" (me encanta Neruda, y se que no sería Neruda si no hubiera sido por sus miles de experiencias vitales). NO conozco ni un solo genio estático: saber, entender y aprender son actos de temeridad, de valentía y de pasión, no más. Son como amar. Como comer con hambre y beber con sed. Solo se pueden estas cosas básicas con ansia, y el que no la siente, ha dejado de ser humano (aunque la mayoría sea experta en aislar los sentimeintos, ultimament conozco gente que le perdio el placer...a ...tirar! AH? No me cabe en la cabeza).

A mi me hará mas fuerte, porque me da una perspectiva diferente a las que tenía:
ame la escuela como estudiante
detesté los valores familiares de mis compañeros de clase (en la mayoria de los casos)
amo leer pedagogía
detesto ver sus aplicaciones mediocres en el aula
odio el curriculo y la programación
lo discuto academicamente en mi tesis de maestría
no necesito disciplina, para eso me sirve la pasión
ame encargarme de la disciplina de un combo de adolescentes divinos cuando fui coordinadora de un colegio
amé el desarrollo infantil, el infinito poder del cerebro de un niño al irse desenvolviendo
odié la burocracia escolar
odié la educación en la que se puede decir "como este colegio es mío, se hace lo que yo digo"
amé los maestros públicos de las redes del IDEP a quienes formé y de quienes aprendí
odio los maestros mediocres que pululan
me siento embaucada por la mayoría de las facultades de educación
amé enseñarle a primíparos de licenciaturas, con sus ilusiones sobre poder y cambio social intactas por lo cual soñaban ser maestros
fui estudiante
profesora
directiva
investigadora
pero nunca fui mamá


Y en un colegio sin asociación, por ende sin gobierno, en donde la convivencia se ejerce con un pito a través de un pseudo pastor fantoche y retrógrado...me siento como en casa...¿acaso lo que buscaba no eran argumentos?

Sé que mis hijos sabrán aprovechar lo mejor, incluso lo peor (ya que con lo peor yo aprendí la noción de "irrepetible"). Somos quienes somos. Y como he oído decir a varias personas en este trasegar... a uno le toca vivir lo que le toca vivir. Ya está. PUM.

Comentarios

madame web dijo…
En eso radica todo, no? en probar para luego decir que a uno eso no le gusto.
Y me encanta el pedazo de la sed y el hambre....tiene que hacerse con ansia...SI!!! si no no se siente en las entrañas.
Me encanta como escribes, lastima que sea a cuenta gotas...pero no importa, yo sigo leyendo.
te amo
Anónimo dijo…
¡Excelente post!
Me encantó..!!
Unknown dijo…
Es a cuenta gotas porque me dan arranques....duro mucho rato rumiando...y de pronto es como un diluvio, sale sin pensar...
Anónimo dijo…
Tal cual, mejor escrito no pudo haber quedado. En tu muro de facebook comente, no tienes q dejar de odiar el colegio, a eso me referia, gracias a ese sentimiento el paso de tus hijos por el colegio tendra tu (y su) mirada critica sobre las experiencias q alli pasen y entonces podran mas facilmente actuar (ver, aprender, moversre) No se si me entiendas...saludos

Ana Maria
Anónimo dijo…
Sea lo que sea... tus hijos cuentan contigo y el estar alli los ayudara a construir mejores personas... asi se salgan o continuen, adelante mama... pedagoga de tus propios hijos
Anónimo dijo…
Alguna vez leí algo que decía: “no es de mi incumbencia lo que los demás piensen de mí”, así que te voy a contar qué pienso y tú verás... Pienso que si estás entrando a los niños al colegio es porque crees que podría funcionar, así te hayas visto acorralada debe haber algo que dice y por qué no? Pero lo lamento profundamente por la forma como lo estás manejando con Rosario y Ridrigo, porque es como si desde chiquitos les dijeras no coman esa fruta que sabe mal y hace daño y luego les dices, está bien cómanla (porque en el fondo crees que podría no ser tan mala para ellos) pero les sigues diciendo: y te va a saber mal y te va a hacer daño. Como padres todos queremos que nuestros hijos no cometan los errores nuestros o no queremos hacerles lo que nos hicieron nuestros padres que nos molestó tanto que llegamos a odiarlo, pero ese es tu problema y no el de tus hijos. Ya como mamá los has formado, los has prevenido, les has inculcado un pensamiento crítico, pero hasta ahí podemos llegar como papás, ellos deben vivir sus propias experiencias y decidir por si mismos si les gusta o no, si lo quieren o no. Yo creo que si a Rodrigo le pasa algo bueno en el colegio no se va a atrever a contártelo, y creo que esa resistencia que trasladas a tus hijos va a hacer que para ellos y para el mismo colegio esta experiencia sea desastrosa y traumática.
Unknown dijo…
Te contesté en la entrada de hoy, Anonimo...gracias por la reflexión que me suscitó tu comentario.

Entradas más populares de este blog

Carta a Nancy (y a tod@s los que dudan si escolarizar o no)

Hola Nancy, No te conozco sino a través de la confianza de Angélica, así que voy a escribirte como si te conociera.  Nuestra familia se desescolarizó años antes de que naciera nuestra primera hija, Rosario. Es más, una de las razones por las que me consideré "compatible" con el padre de mis hijos para crear un experimento de pareja, fue la sospecha y el desasosiego que nos producía la escolarización.  Pero...una cosa es cómo te imaginas la cotidianidad desescolarizada, y otra un poco distinta como es (todo en la vida es así no?). De todas maneras era muy claro, por muchas razones, que no queríamos darle a nuestrs hijos ni la educación elitista y blanca que no podíamos (ni queríamos) pagar de los colegios considerados "excelentes" (yo misma me gradué de uno de esos); ni la educación de obrero raso que nos ofrecía la educación pública. (Nota al margen a propósito de esto. Si esta diferencia es notoria en Bogotá, no se imaginan Cartagena. La educación pública aquí es .

Que horror!!!!!!!!!!!!!

Tomado de El Espectador sábado, 09 de junio de 2007 En la enfermería del Colegio Nueva Granada de Bogotá, uno de los más prestantes de la ciudad, se repite la misma escena: una fila de alumnos de bachillerato aguarda con un recipiente de plástico en la mano, en el que antes han escupido, a que la enfermera deslice una tirilla de papel. Si la tirilla permanece blanca, los estudiantes suspiran y regresan tranquilos a su salón de clase. En cambio, si la tirilla se torna azul, el alumno debe someterse a un segundo examen, esta vez de orina, para descartar o confirmar definitivamente si ha consumido alcohol o cualquier otra sustancia psicoactiva. Se trata de las polémicas pruebas antidopaje que en los últimos años saltaron de las competencias atléticas a los cuerpos de policía, a las empresas y ahora irrumpen en los salones de clase. En países como Estados Unidos, México o Inglaterra esta práctica ha provocado agitadas discusiones entre quienes defienden su efectividad para poner freno

Ya nadie visita la tumba de Louis Althusser por Pablo Pineau

(Creo que es un poco vanidoso considerarme amiga de Pablo, pero en fin.... mi amigo Pablo me lo dejó publicar en el blog) La cita estaba acordada hacia poco más de un año. Esa vez, como la charla con quien sería mi guía había derivado a su formación en la Ecole Normale Superieure, le pregunté por Althusser. Comenzó con un: ”Fue un gran maestro de mi generación, pero ya nadie lo recuerda”. Hasta ahí, todo era esperable; pero su remate con un “Como yo soy campesina y me gusta visitar a mis muertos, cada tanto le llevo flores” nos ubicó en otro registro. Me habló entonces de un cementerio de suburbio y de una lápida casi sin datos. Le propuse acompañarla, y aceptó generosa y gentilmente. Quedamos en ir juntos la próxima vez que yo volviera por allí, lo que sucedió este febrero. Camino al encuentro, traté de acordarme cuándo había tenido referencias de Althusser por primera vez. El ejercicio me llevó a un hospital en Bolivia, en un viaje iniciático de mis dieciocho años, durante la primave