Ir al contenido principal

Clase magistral

El martes fue un día difícil. No iba ni a dictar clase porque no tenía tiempo. Tengo eventitis aguda y salirme de la oficina por 10 días justo en el incio de la programación del siguiente semestre no es la mejor noticia.

PEro dicté clase. Y me di cuenta que los viajes de Gulliver son uno de los documentos importantes de justificación de la desecolarización, puesto que en uno de los viajes describe la ciudad como forma de adminisración de los conocimientos...

Hablamos de cómo la idea de niño desde el no poder ha transformado e infantilizado no solo a los niños sino a la sociedad en su conjunto....

y de cómo si nosotros estuvieramos restringidos en movimiento, acción, pensamiento, moral, creación, y todo lo demás, a la voluntad de otro, seríamos "menores de edad". Pero que esta situación no es inherente ni a la humanidad ni a la infancia sino producida por las circunstancias en que vivimos y criamos...

Dar clases es lo que más me gusta hacer en la vida.

Comentarios

¡que bueno!
Me alegra mucho que disfrutaras. y sí, tendremso que recuperar todas el libro de Gulliver...
Amigo es maravillosa la tarea docente. Más aún cuando uno la vive desde el corazon.

Un cordial saludo desde la Argentina
Anónimo dijo…
me alegra k esten bien y me entristece k hallas estado enferma y no me halla enterado me hacen mucha falt a y espero verlos pronto me alegra k su abuelita este nuevamente con ustedes ademas ana k le pasa a tu tel que te llame el fin de semana mil veces a saludarlos y no contestaste un beso los quiero mucho yuli herrera

Entradas más populares de este blog

Carta a Nancy (y a tod@s los que dudan si escolarizar o no)

Hola Nancy, No te conozco sino a través de la confianza de Angélica, así que voy a escribirte como si te conociera.  Nuestra familia se desescolarizó años antes de que naciera nuestra primera hija, Rosario. Es más, una de las razones por las que me consideré "compatible" con el padre de mis hijos para crear un experimento de pareja, fue la sospecha y el desasosiego que nos producía la escolarización.  Pero...una cosa es cómo te imaginas la cotidianidad desescolarizada, y otra un poco distinta como es (todo en la vida es así no?). De todas maneras era muy claro, por muchas razones, que no queríamos darle a nuestrs hijos ni la educación elitista y blanca que no podíamos (ni queríamos) pagar de los colegios considerados "excelentes" (yo misma me gradué de uno de esos); ni la educación de obrero raso que nos ofrecía la educación pública. (Nota al margen a propósito de esto. Si esta diferencia es notoria en Bogotá, no se imaginan Cartagena. La educación pública aquí es ....

Que horror!!!!!!!!!!!!!

Tomado de El Espectador sábado, 09 de junio de 2007 En la enfermería del Colegio Nueva Granada de Bogotá, uno de los más prestantes de la ciudad, se repite la misma escena: una fila de alumnos de bachillerato aguarda con un recipiente de plástico en la mano, en el que antes han escupido, a que la enfermera deslice una tirilla de papel. Si la tirilla permanece blanca, los estudiantes suspiran y regresan tranquilos a su salón de clase. En cambio, si la tirilla se torna azul, el alumno debe someterse a un segundo examen, esta vez de orina, para descartar o confirmar definitivamente si ha consumido alcohol o cualquier otra sustancia psicoactiva. Se trata de las polémicas pruebas antidopaje que en los últimos años saltaron de las competencias atléticas a los cuerpos de policía, a las empresas y ahora irrumpen en los salones de clase. En países como Estados Unidos, México o Inglaterra esta práctica ha provocado agitadas discusiones entre quienes defienden su efectividad para poner freno...

Ya nadie visita la tumba de Louis Althusser por Pablo Pineau

(Creo que es un poco vanidoso considerarme amiga de Pablo, pero en fin.... mi amigo Pablo me lo dejó publicar en el blog) La cita estaba acordada hacia poco más de un año. Esa vez, como la charla con quien sería mi guía había derivado a su formación en la Ecole Normale Superieure, le pregunté por Althusser. Comenzó con un: ”Fue un gran maestro de mi generación, pero ya nadie lo recuerda”. Hasta ahí, todo era esperable; pero su remate con un “Como yo soy campesina y me gusta visitar a mis muertos, cada tanto le llevo flores” nos ubicó en otro registro. Me habló entonces de un cementerio de suburbio y de una lápida casi sin datos. Le propuse acompañarla, y aceptó generosa y gentilmente. Quedamos en ir juntos la próxima vez que yo volviera por allí, lo que sucedió este febrero. Camino al encuentro, traté de acordarme cuándo había tenido referencias de Althusser por primera vez. El ejercicio me llevó a un hospital en Bolivia, en un viaje iniciático de mis dieciocho años, durante la primave...