Me preocupo mucho por lo estructural. Las coyunturas casi nunca ocupan mi atención, a excepción de algunas coyunturas familiares. Tengo la virtud y el defecto de ver las cosas en la perspectiva de las estructuras que las hacen existir.
Y este año ha sido el de comprender qué tanto uno es "hijo" de sus amigos, sobre todo por los de adolescencia. Este año me he reencontrado con Patricia, Eliana y Sandra; con Sebastián, Pilar, Mónica, Felipe y otros de AJAM; con Mariale, Úrsula, Carlos y Jorge. Andrés, Ricardo y Ana van y vuelven REencuentro. Hay unos nuevos en el tiempo pero que se integran a eso mismo como Alejandra y Maristella.
Y creo que hay amigos estructurales. Hay unos amigos de quienes aprendimos cosas para poder desaprender las que nos habían enseñado. Y no es que no los quiera a todos. Es que uno tiene que ser agradecido, más agradecido, con los mejores maestros, y los amigos rebeldes son los mejores. Los amigos que estiran las pitas de tus límites, que te hacen las preguntas que nunca te habían hecho, que te llevan a lugares a que te encuentres, o te pierdas. Y claro, habrá quien lea esto y crea malinterpretar, y diga no, anamaria no se refiere a drogas, ni sexo ni rockandroll...
Pero sí. Sí me refiero a esto.
Me refiero a que uno tiene que tener quién le sacuda los moralismos y las pendejadas, que le recuerde que todas esas son UNAS verdades y no LAS verdades. Que lo confronte a uno con una realidad que todos esconden pero que habita a muchos más de los que parece. Porque es el antídoto contra la hipocresía, contra la utopía vana, incluso contra la soledad. La inocencia es maravillosa, áun más cuando no correlaciona con ignorancia. Ser inocente por no saber cómo es el mundo no es ni de cerca tan bonito, como serlo por opción.
Preocúpense por una sola cosa. Si a los padres y madres que me leen les da miedo que sus hijos o hijas tengan amigos de los que las mamás como la mía llamaban "malas influencias", preocúpense. Eso muestra la debilidad de las estructuras de la crianza a la que los someten. A uno nadie lo influye en realidad.
Todos estamos en el mundo para mostrarnos unos a otros los umbrales de la existencia. Qué puertas decidimos cruzar, cuáles cerrar, cuáles ignorar, cuáles quemar, y en qué salones (siniestros TODOS, hasta los que parezcan más buenos) permanencer. !Esa es la existencia!
Y este año ha sido el de comprender qué tanto uno es "hijo" de sus amigos, sobre todo por los de adolescencia. Este año me he reencontrado con Patricia, Eliana y Sandra; con Sebastián, Pilar, Mónica, Felipe y otros de AJAM; con Mariale, Úrsula, Carlos y Jorge. Andrés, Ricardo y Ana van y vuelven REencuentro. Hay unos nuevos en el tiempo pero que se integran a eso mismo como Alejandra y Maristella.
Y creo que hay amigos estructurales. Hay unos amigos de quienes aprendimos cosas para poder desaprender las que nos habían enseñado. Y no es que no los quiera a todos. Es que uno tiene que ser agradecido, más agradecido, con los mejores maestros, y los amigos rebeldes son los mejores. Los amigos que estiran las pitas de tus límites, que te hacen las preguntas que nunca te habían hecho, que te llevan a lugares a que te encuentres, o te pierdas. Y claro, habrá quien lea esto y crea malinterpretar, y diga no, anamaria no se refiere a drogas, ni sexo ni rockandroll...
Pero sí. Sí me refiero a esto.
Me refiero a que uno tiene que tener quién le sacuda los moralismos y las pendejadas, que le recuerde que todas esas son UNAS verdades y no LAS verdades. Que lo confronte a uno con una realidad que todos esconden pero que habita a muchos más de los que parece. Porque es el antídoto contra la hipocresía, contra la utopía vana, incluso contra la soledad. La inocencia es maravillosa, áun más cuando no correlaciona con ignorancia. Ser inocente por no saber cómo es el mundo no es ni de cerca tan bonito, como serlo por opción.
Preocúpense por una sola cosa. Si a los padres y madres que me leen les da miedo que sus hijos o hijas tengan amigos de los que las mamás como la mía llamaban "malas influencias", preocúpense. Eso muestra la debilidad de las estructuras de la crianza a la que los someten. A uno nadie lo influye en realidad.
Todos estamos en el mundo para mostrarnos unos a otros los umbrales de la existencia. Qué puertas decidimos cruzar, cuáles cerrar, cuáles ignorar, cuáles quemar, y en qué salones (siniestros TODOS, hasta los que parezcan más buenos) permanencer. !Esa es la existencia!
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