Cargo en mi, a veces, los dolores del mundo.
Tengo un blog en un sitio secreto que se llama De Dolores. Y es que, por fortuna o desgracia, me llamo así: Ana María de los Dolores, en nombre de la virgen dolorosa que rota, recibe a su hijo muerto y torturado cuando baja de la cruz. Es un sino, bello y trágico, que me habita. No porque sea yo depresiva (aún, por lo menos), o porque sea masoquista (bueno, un poco), sino porque creo que el dolor es parte de la naturaleza, indispensable para el crecimiento, y capaz de ser sanado. No hay mayor alegría que sanar, no hay mayor amor que el que se siente por quien te sana. Hay gente que con solo existir lo logra. Y otra que con solo existir te duele. Lo han vivido?
En fin, esta entrada no era sobre eso. Era sobre el dolor de patria que se intensifica. Tengo un amigo policía a quien le reclamé su ausencia de muchos días. Me contestó "no has visto noticias? Han matado mucha gente! Tengo trabajo hasta la coronilla!"
:(
Hemos normalizado la corrupción y la muerte. Con lo que paso con la reforma, gané en esperanza aunque sé que los twitteros seguimos siendo una minúscula minoría, aplastable por el establishment cuando se sofistiquen (aún más) sus asquerosos métodos. Afortunadamnte la cantidad de atneción pública y de presión que ejercimos para tumbar la reforma hizo que aumentara el nivel de control social...desnaturalizando la corrupción, un poquito. Un poquitito.
Pero mientras no hagamos lo mismo con la muerte, el asesinato, el ataque...no se...la agresión. Mientras esté normalizada en nuestra conciencia colectiva la valentía requerida para salir a la calle porque uno podría morir a cada esquina por tener un celular... mientras que el repudio y el asco no nos llegue hasta los tuétanos...
no habrá país que aguante.
Tengo una amiga bellísima en la ciudad en la que estoy. Me dijo, los colombianos que luchan por cambiar el país son héroes. Les toma tanto tiempo todo, hay tantas pérdidas, tanta persecusión y tanta muerte...hay que ser un valiente. Es increíble que aún perseveremos. Es increíble que los colombianos no hayamos apagado la luz y nos hayamos ido. Es decir, lo han hecho muchos. HAsta perdí amigos por decirles en la cara que fugarse con todo y cerebro era un acto de cobardía... Pero aquí quedamos otros. Esperanzados, perseverantes y dolidos...
No sirven los cambios legislativos. Tenemos que ser otros más valientes para pedir perdón y reconciliarnos que para seguirnos matando.
Tengo un blog en un sitio secreto que se llama De Dolores. Y es que, por fortuna o desgracia, me llamo así: Ana María de los Dolores, en nombre de la virgen dolorosa que rota, recibe a su hijo muerto y torturado cuando baja de la cruz. Es un sino, bello y trágico, que me habita. No porque sea yo depresiva (aún, por lo menos), o porque sea masoquista (bueno, un poco), sino porque creo que el dolor es parte de la naturaleza, indispensable para el crecimiento, y capaz de ser sanado. No hay mayor alegría que sanar, no hay mayor amor que el que se siente por quien te sana. Hay gente que con solo existir lo logra. Y otra que con solo existir te duele. Lo han vivido?
En fin, esta entrada no era sobre eso. Era sobre el dolor de patria que se intensifica. Tengo un amigo policía a quien le reclamé su ausencia de muchos días. Me contestó "no has visto noticias? Han matado mucha gente! Tengo trabajo hasta la coronilla!"
:(
Hemos normalizado la corrupción y la muerte. Con lo que paso con la reforma, gané en esperanza aunque sé que los twitteros seguimos siendo una minúscula minoría, aplastable por el establishment cuando se sofistiquen (aún más) sus asquerosos métodos. Afortunadamnte la cantidad de atneción pública y de presión que ejercimos para tumbar la reforma hizo que aumentara el nivel de control social...desnaturalizando la corrupción, un poquito. Un poquitito.
Pero mientras no hagamos lo mismo con la muerte, el asesinato, el ataque...no se...la agresión. Mientras esté normalizada en nuestra conciencia colectiva la valentía requerida para salir a la calle porque uno podría morir a cada esquina por tener un celular... mientras que el repudio y el asco no nos llegue hasta los tuétanos...
no habrá país que aguante.
Tengo una amiga bellísima en la ciudad en la que estoy. Me dijo, los colombianos que luchan por cambiar el país son héroes. Les toma tanto tiempo todo, hay tantas pérdidas, tanta persecusión y tanta muerte...hay que ser un valiente. Es increíble que aún perseveremos. Es increíble que los colombianos no hayamos apagado la luz y nos hayamos ido. Es decir, lo han hecho muchos. HAsta perdí amigos por decirles en la cara que fugarse con todo y cerebro era un acto de cobardía... Pero aquí quedamos otros. Esperanzados, perseverantes y dolidos...
No sirven los cambios legislativos. Tenemos que ser otros más valientes para pedir perdón y reconciliarnos que para seguirnos matando.
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