Tengo una ceremonia personal de todas mis mañanas. Veo el amanecer. Espero al sol, desde mi ventana de la cocina. A veces, me encuentra caminando por la orilla del mar.
Esto me recuerda que todo vuelve a comenzar, siempre. Que aunque hoy mueran tus padres, mueran tus hijos, se destruya el mundo, mañana amanecerá con las mima intensidad y belleza.
Antier oí el relato de una mujer, en un taller comunitario, que contó la experiencia más impotente de su vida. El día que murieron sus dos hijos en un accidente. La oí. Me afectó. Pero no lo pude procesar. Solo hasta esta mañana en mi pequeño encuentro con el sol, pude aprovechar el silencio para pensar en lo que pudo haber sentido...Mi mente, protegiéndome, rechazaba el pensamiento...pero yo me exigí emocionalmente a ponerme en los zapatos de ella. Qué dolor tan fuerte, qué intensidad, qué brutalidad.
Y pensé...si la gente pensara con esta intensidad en esto mismo, nadie sería capaz de hacerle tanto daño a una madre. Si pensáramos en que todos somos hijos de alguien, no habría asesinato. Nadie sería capaz.
Por supuesto, el corolario de este pensamiento fue sentirme lejos de mis chiquitos. Qué dolor, que terror, que afán su ausencia... A veces temo tanto al mundo.
Respiro hondo, tomo un poco de agua.
El sol sale siempre con la misma intensidad y belleza.
Están bien.
Están con alguien que los quiere como yo. Que estará dispuesto a morir por ellos. Es toda la protección que podemos darles, en un mundo tan, tan frágil.
Mi alma los acompaña. Por eso, tal vez, me siento vacía y como autómata.
El sol saldrá mañana.
Comentarios
saludos y un beso..
erika fabela