Me encanta la densidad específica que logré con mi treintañez. A qué me refiero...no se, pero sí. Las mujeres a los treinta empezamos a pensar más en lo importante y menos en lo urgente, nos reconocemos más fuertes, menos dóciles, dejamos de asociar sensibilidad a tontería y fragilidad a dependencia...
Mutamos en mariposas, libélulas y todo tipo de aves y murciélagos...cosas que vuelan, siempre. Nuestra feminidad coge intensidad de formas múltiples. Sin miedo.
Empezamos a valorar realmente lo que nos dice la intuición, aprendemos a leernos a nosotras mismas. Las que hemos tenido el privilegio de tener hijos, reconocemos en la fortaleza de nuestros cuerpos una permanencia que ya habíamos probado durante el embarazo, una especie de certeza sobre su potencial y sus límites. Amamos más y mejor. Sabemos más de sexo, y sobre todo de nuestro propio sexo. Sabemos a qué sabe la amargura, la dulzura, la lujuria, y la basura.
Queremos comernos al mundo (y no que el mundo nos coma).
Somos más sabias.
Somos menos cuerdas.
Más temerarias.
Más responsables.
Más dueñas de nosotras mismas.
Más capaces de equivocarnos con gracia.
Y por fortuna aún seguimos siendo ingenuas.
Ya casi cumplo 33... que buen número.
Comentarios
LLevo dos días de estar conociéndolos (a ti, al grupo, los blogs...) Ayer me presenté pero no si puedo hacer parte del grupo, no he recibido respuesta, además hay lugares donde solo puedo entrar si me invitan. Bueno en todo caso muchas gracias por compartir sus experiencias y éxitos en todos los proceso que inician.
Carolina T