Ya comienza a llegar la normalidad. Hoy estrenamos cortinas y cojines en el cuarto de los niños...comencé a empollar su regreso, a saborearlo. De nuevo hay comida en la nevera, los juguetes y la ropa estan limpísimos y ordenadas...todo está en su lugar... yo estoy nerviosa, esperando su aparición.
En la política pública de mujeres de Cartagena (que les mencioné en la entrada pasada) aparece el derecho al ocio como un derecho diferencial de las mujeres. Interesante y acertadísimo. Ser mujer hoy implica ceder todos los espacios a producir dinero (trabajar), cuidar (hijos, padres, parejas, amigos), y mantener (limpiar, hacer mercado, coser, organizar). Se nos olvida descansar, ser cuidadas e ignorar el desorden...
He hecho todo lo que normalmente hago en preparación para estar más tiempo con ellos: he planeado, planeado, planeado. Contacté una acompañante nueva, dí miles de instrucciones a Marthica, armé nuevos menús, hice un archivo en excel con mi horario ideal y el de ellos, para robarme todo el tiempo posible y poder acompañarlos mas, otro archivo en excel controla sus gastos y los mios. Aunque estos planes son muy falibles, me sirve pensar que tengo una estrategia de acción a la cual puedo remitirme, para funcionar "en automático". No se si me entiendan, pero con tanta cosa...una mujer como yo necesita de eso. Anoche soñé con mis chicos, cómo los quiero...como quiero tenerlos aquí cerquita entre mis brazos.
Me duele la paradoja eterna de estar con ellos, sin estar con ellos. Mario ha sorteado bien esa complejidad; yo quizá no lo lo logre nunca porque somos tan diferentes frente a algunas cosas...por ejemplo, excel nunca hubiera sido una palabra usada en una entrada sobre la llegada de los chicos. Solo que así lo hago yo, así tomo control de mi mundo que, cuando no están, se descontrola...no hago mercado, no como bien, duermo aún menos, gasto más...en fin.
Y sin embargo, con la crudeza que este blog tiene a veces para la idea romántica de la maternidad, desde ayer también hago un pequeño duelo. El duelo de mi tiempo-espacio. Cuando los chicos no están vivo una vida vacía de actividades con ellos, que se va llenando, despacio, de las cosas que a mi me gusta hacer... una vida a la que la mayoría de madres renunciamos por amor sin darnos cuenta. Una vida que, mientras no lo notamos, no nos hace falta, pero, en tiempos como éstos en los que los chicos no están, yo recupero intensamente, y la cual seguramente se desdibujará por los placeres emotivos, los rigores económicos, los abusos temporales, las presencias y concurrencias de la crianza.
En la política pública de mujeres de Cartagena (que les mencioné en la entrada pasada) aparece el derecho al ocio como un derecho diferencial de las mujeres. Interesante y acertadísimo. Ser mujer hoy implica ceder todos los espacios a producir dinero (trabajar), cuidar (hijos, padres, parejas, amigos), y mantener (limpiar, hacer mercado, coser, organizar). Se nos olvida descansar, ser cuidadas e ignorar el desorden...
Ese es el poquito de caos que me duele perder.
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