Unos días al mes, sí esos, me convierto en un objeto animado. Carezco de la energía vital que los demás dicen que me caracteriza. Me convierto en un ser humano común y corriente, sin exceso de energía, ni de entusiasmo, ni de ideas, ni de nada. En esos días lo primero que me pasa es que me siento frágil, MUY frágil, y absolutamente impotente. Estoy segura que todo va a salir mal y que nada vale la pena. Miro a mis hijos y pienso que es probable que para ellos el futuro sea una tragedia de rendición de cuentas con una sociedad que no les va a mirar con ninguna misericordia. Miro mi vida laboral y me arrepiento de todo aquello que me es caro, como saber trabajar por amor y no por dinero, y poner primero los deseos de los demás que los míos. Ambos son horrores estructurales para el sistema de valores en el que estoy inmersa. En estos días veo con toda claridad la magnitud de mis irresponsabilidades, y me siento sola y pequeña y equivocada. Y solo quiero un par de memorias de estar arrunchada con alguien que me quiera desde chiquitica, pero la verdad no hay muchas.
Sí, las mujeres como yo necesitamos consuelo, y nos ponemos vulnerables, y nos duele vivir. Y nos quedamos atrapadas en las telarañas, por momentos, en los "todos", las "nadas", y los "nadies" de la vida, que le vengo enseñando a Rodrigo que nunca son verdad.
Y entonces solo pienso en regresar a mi ciudad, o irme a mi adorada Medellín, y en abandonar esta ciudad ingrata y estéril, donde la gente que he amado se ha portado tan faltona, con su extraña forma de expresar el amor. Y me da mas calor, y el desespero corre el riesgo de convertirse en desesperanza. Y sé que esta ciudad es la ciudad donde eso es lo que impera...y pienso en que por más inmunidad que trajera, ya la enfermedad me está calando los huesos.
Y me releo el blog del ciclo menstrual, y pienso que debo aprovechar estos escepticismos frente a todo para ajustar mis sueños y darles principio de realidad. Y racionalmente agradezco poder tener momentos tan "reflexivos" aunque la palabra es depresivos...
Pero la verdad, quiero que se me quite ya este dolor de amanecer viva.
Sí, las mujeres como yo necesitamos consuelo, y nos ponemos vulnerables, y nos duele vivir. Y nos quedamos atrapadas en las telarañas, por momentos, en los "todos", las "nadas", y los "nadies" de la vida, que le vengo enseñando a Rodrigo que nunca son verdad.
Y entonces solo pienso en regresar a mi ciudad, o irme a mi adorada Medellín, y en abandonar esta ciudad ingrata y estéril, donde la gente que he amado se ha portado tan faltona, con su extraña forma de expresar el amor. Y me da mas calor, y el desespero corre el riesgo de convertirse en desesperanza. Y sé que esta ciudad es la ciudad donde eso es lo que impera...y pienso en que por más inmunidad que trajera, ya la enfermedad me está calando los huesos.
Y me releo el blog del ciclo menstrual, y pienso que debo aprovechar estos escepticismos frente a todo para ajustar mis sueños y darles principio de realidad. Y racionalmente agradezco poder tener momentos tan "reflexivos" aunque la palabra es depresivos...
Pero la verdad, quiero que se me quite ya este dolor de amanecer viva.
Comentarios
Al final de la vida lo sabremos.
Por ahora, hasta los 54 años, y aparte de los días como los que describes, el principal sentimiento es de inmensa satisfacción de haber vivido mis ideales, de haber hecho mi parte por hacer realidad el sueño...
Y de ahora en adelante, tal como describes en otro post, es todo incertidumbre. Haremos camino al andar.
Oye, y lo siento por lo inconsiderado del primer comentario; mira que ponértelo justo en este post!