Me pueden declarar una típica mujer ocupada. No tengo tiempo para pensar en lo que hago, ni para mi misma, ni mucho menos para escribir en un blog. Vengo y lo miro con añoranza de vez en cuando, como si una Ana María que desconozco pudiera haber escrito algo por mi en mi ausencia. Me duele mucho. Quiero seguir conectada. Pero solo tengo internet en mi oficina, y la oficina, es...pues, com toda oficina, virtualmente una carcel: una comida insípid que se engulle, un aire acondicionado que se respira varias veces antes de ser declarado inutilizable, un clima idéntico al de Bogotá pero en manga sisa, un montón de tareas que disfruto porque si no me suicidaría. HAcer este sacrificio de estar lejos sin una motivación intrínseca sería no sol una estupidez, sería un suicidio. Por lo menos en el caribe me siento útil en lo humano. En Bogotá, siendo el macho productivo, y sin ver a mis hijos, me vendía a mi misma tantas veces...por lo menos aqui a veces veo frutos en lo que hago, me da esperanz...