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Bullying Getsemaní

Getsemaní es un barrio de bullies. Tod@s los niñ@s han aprendido a coexistir entre las violencias y por ende no pueden relacionarse sino por medio de agresiones intensas, como gritarnos "cachacos hp" o sutiles... como decirme por la ventana mientras yo estoy sentada trabajando en mi propia casa "párate chuchona a ver si tienes pantaletas". (Frase no traducible porque no es apta para cardiacos, los costeños entenderán). O el campeonísimo, "ud. no puede tener ideas aquí, porque esto aquí no es de ud. ya me entiende? ud. no es de aquí!"

Yo, que desde pequeña he sufrido todas las formas de discriminación que conozco (por mujer, por pobre, por rica, por fea, por bonita, por gorda, por la marca de mi maleta, por inteligente, por hacer trabajo social, por no tener empleo, por ser mamá, por mantener a mi marido, por play, por nerd, por llamar la atención, por pasar desapercibida, por lesbiana, por puta, por deudora morosa, por separada, por intensa, por exigente) ya comienzo a cansarme de estar a la defensiva en un barrio que interviene mi cuerpo y mi identidad. Este barrio me ha enseñado muchas cosas, la mayoría no tan buenas, desafortunadamente debo admitir. Mi experimento sociológico de vivir de modo interestrato, e interétnico, de ser mente abierta y amorosa con un barrio al que le falta justamente eso está llegando a su fin. En realidad no hay mucho que ofrecer aquí ya, más de lo que hago por la cualificación de la JAC y algunas actividades para los "niñ@s" que hoy intentan herirme (y lo logran cuando tocan a mis hij@s). Ya no me nace hacer mucho más, porque al combatir la gentrificación, a veces siento que lo que se busca proteger NO DEBE ser protegido. Oigo horas de gritos y maltratos a estos chicos todas las noches por parte de sus familias, oigo burlas y peleas, sé que se venden drogas y pienso si esto es lo que tiene valor patrimonial. Veo la paranoia de los "líderes", el terror de "ser reemplazados"...y pienso, debe ser que les da el miedo en la lógica que a mi no me dan celos: simplemente sé que soy irremplazable y sigo mi camino.

Lo que más me duele no son las palabras de los chicos, la verdad. Sino la incapacidad que tienen de ver en mi una aliada, aunque mis acciones hayan sido explícitas en su favor, defendiéndolos, jugando con ellos, haciéndoles saber que la puerta de mi casa estaba abierta si querían hacer parte de nuestra vida con respeto y amorcito. Así deben ser con todo el mundo. Por eso, en cualquier momento les llega una oportunidad de oro, pero simplemente no la ven atrapados en sus prejuicios y su ignorancia. Que dolor. Esta semana he aprendido mucho de los techos autoimpuestos que caracterizan la pobreza. Algunos de esos aprendizajes en mi propio cuero... En fin, tengo callo. Y simplemente llamo a la policía cuando superan mi aguja de tolerancia. Pero qué pereza.

A mi no me importa mientras tenga un espacio como este donde poderme desahogar, pero me hace pensar por qué, mientras estoy sentada en el comedor de mi propia casa en piyama tomando un cursito de creatividad de Stanford, a los chic@s les da por insultarme para ver si tengo calzones puestos o no. (Me duele mucho que las chicas apoyen, es que acaso no tienen cerebro, o están acostumbradas a ese tipo de chistes y presiones todo el tiempo...). Ojalá tomaran el curso de creatividad con las 17000 personas que se inscribieron conmigo...y dejaran de autocompadecerse y quedar como un culo ante una de las pocas personas que les ha tenido fe. Pero así es. Nadie es como uno quiere que sean, las personas son como son. Y ya.

Lo peor es que ellos son un extremo caricaturesco de esta idiosincrasia, pero como ellos muchísimos en diferentes gradualidades y mezquindades...

Amo a Cartagena, me parece maravilloso Getsemaní. Pero... aquí se deposita una cantidad de energía que no me parece.

Amo mi blog. Aquí todo es posible.

Comentarios

Unknown dijo…
Amo tu casa, tu balcón y el espacio tan agradable en el que lo transformas. Pero si te empieza a afectar. Es tiempo de cambiar?
Que te parece Crespito?
Por allá te espero,TQM!
Anónimo dijo…
Hola Ana, aquí es donde cabe decir que los extremos se tocan. A mí me pasa lo mismo, pero al revés. Yo nací y crecí en Cartagena, pero no la que describes, esa no la conozco..... nací en un medio muy protegido, el de Manzanillo y luego, el Pie de la Popa. Estudié en un colegio de monjas (muy conocido), donde a propósito y tal como cuentas conocí la discriminación, por las razones más insospechadas. Y discriminación incluso de parte de las mismas monjas.... matoneo por parte de las monjas, da para un estudio. En fin, el caso es que vine aquí a Bogotá y me dí de bruces con un muro infranqueable. En Cartagena la gente puede llegar a ser "lisa", pero aquí la gente puede llegar a ser súper dura. Y también estoy mamada de ésto. De verdad que estoy llegando a mi límite. Yo sé que no soy la más abierta. No he formado callo. A veces, parezco más cachaca que los cachacos. Pero es duro y lo que allá es falta de límites, aquí es dureza y burla. Es aquí donde he tenido que llamar a la Policía por la bulla y la música a todo volumen, por la violencia intrafamiliar..... repito, los extremos se tocan. Tal vez sea ésta sociedad humana tan llena de prejuicios, tan cerrada a lo diferente, tan poblada también. Somos demasiados, demasiado cerca. Nos estamos asfixiando. Hasta en la familia. Te comprendo. Creo que hay que hacer como veo hacer a algunos de mis conocidos, que se están yendo a vivir en los pueblos, con poca gente. Mientras menos gente hay, menos roces se tienen. Por aquí seguiré leyéndote. Si piensas dejar Cartagena yo te recomiendo la zona cafetera. De verdad, el cambio es radical. He vivido en Pereira y la gente es tan amable que uno no se lo cree.
Unknown dijo…
Gracias KAtty y Lis...fue una pataleta, no creo que me vaya muy lejos por ahora...pero tenía que desahogarme.

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